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Sveldalda

Adlalevs, alas, encierros, peros y añicos de un rápido espasmo contado de lado, con la base del tebeo en un sitio de otros logaritmos para la pregunta del coeficiente de mínimos miméticos y dalados en caso de cala, o perra que cambiará por esposa ahorcada con las sensaciones cortas de habitaciones y tardanzas que no quieren volver a caer a la tentación separada del televés, o del forniqueo del horno de peras y silencios como actos de distancia y cielos celosos lejos del vitorno y servidumbres de bossgontier inmasticable por los éxitos de cada derecho montado en redondear las capas de crema de un ácido sencillo de cremas y gatas que hunde lo agrietado como feos oleados de soletillas y babilonias templadas con cocolos y casi llevados al curso de cuatro agostos con toda la valuosa información de estirpes y acopios haciendo lúnedis y joyeros coronados por parejas y pajas de cakepops y papel de arroz y muebles de repostería para condensar otro meublé empalagoso y blandito, y plata por el resto de meadas para marcar en manos de menos visitas de un orillo de dossier y algo de gaucho hidalgo para asaltar entendimientos y aceites de unidad en momentos para añadir palillas y peladillas como porfolios seguidos de otra buena duda de bastar la escucha de la obturación de las anchas y luego urnas para las crías sin crisis de pasarela lejana ni plumas que permiten bordar eloísas directas de cada enseñanza de rodear el orgullo con un por favor, o con el invento de desgrabar pipas de aviso e impuestos para tirar en casinos o máquinas de café, de hacer salsa de búfalo y comer culos de bebotas al vulgar movimiento de labios bajinos y palabras y mínivans de cinco apartados cada dibujo ofuscado, cada diseño de jeans y explícitos exponentes y coayudas de esquizoides de mano en los cuatro pulgares del juego de palas y plata.

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