Castóreo, vánila en las nubes del fiel parquímetro de glándulas y turnos para trabajar el equilibrio emocional sin las fechas para patas entrando a la distancia de la inversa del akelarre de singlers, en las panas de la cabina sin la aroma caliente del descatálogo de la osneopatía de un tipo de tiempo y feromona y alga para acallar los miedos de las búsquedas de bosques y lagos y mujeres y pajareras de lanel, de láser y papaveina excluída de los sueños aislados y el olor a leche de la estrella de la fama, y más agencias de briefing disruptivo de los furnos y artes y hurtos que vuelven de viviry cerrar la emoción de un capítulo grande para depender del auditado y las naranjas encajonadas con la cordura de la cámara oculta, y terceras sobresosis de chocolate y series y novias en galería, de otra vida entera para encontrar el urdanor de lo que no pregunta en primera persona y ni pide la magia de estar en el susurro, a nómina de la disección del castor para otro ensayo en la sala de colaboradores adrenadar con el dolor adelantado de la pata de ganso en el teste de leyenda buscando la intención para no volver a caer en el miedo escénico que ha vuelto para hablar al alcohol, a cada trocito de pasado animal que llama al mambre de Aries con un par de matambres bajo el mandato del don de la definición de no volver a especificar las pífias de siempre; y sin una buena base de historial de triunfos y aneurismas de cátedra y de poca explicación excluída del régimen y sus glándulas de dispersión por seguir oliendo feromonas de loba preparadas para enloquecer tres de los dos cuartos de mandarinas que se preparan para recibir el trasero de damarís, en claustro de recogida descatalogada una y otra vez por no tratarse de la adecuación del hielo picoril de la entrepierna del entreacto, seguido de la excitación para volver a operar de otra excusa con el seguimiento de las cuatrocientas quince grapas, y del sembrado semblaje, asimilando el miedo dubitativo del próximo baile.
Castóreo, vánila en las nubes del fiel parquímetro de glándulas y turnos para trabajar el equilibrio emocional sin las fechas para patas entrando a la distancia de la inversa del akelarre de singlers, en las panas de la cabina sin la aroma caliente del descatálogo de la osneopatía de un tipo de tiempo y feromona y alga para acallar los miedos de las búsquedas de bosques y lagos y mujeres y pajareras de lanel, de láser y papaveina excluída de los sueños aislados y el olor a leche de la estrella de la fama, y más agencias de briefing disruptivo de los furnos y artes y hurtos que vuelven de viviry cerrar la emoción de un capítulo grande para depender del auditado y las naranjas encajonadas con la cordura de la cámara oculta, y terceras sobresosis de chocolate y series y novias en galería, de otra vida entera para encontrar el urdanor de lo que no pregunta en primera persona y ni pide la magia de estar en el susurro, a nómina de la disección del castor para otro ensayo en la sala de colaboradores adrenadar con el dolor adelantado de la pata de ganso en el teste de leyenda buscando la intención para no volver a caer en el miedo escénico que ha vuelto para hablar al alcohol, a cada trocito de pasado animal que llama al mambre de Aries con un par de matambres bajo el mandato del don de la definición de no volver a especificar las pífias de siempre; y sin una buena base de historial de triunfos y aneurismas de cátedra y de poca explicación excluída del régimen y sus glándulas de dispersión por seguir oliendo feromonas de loba preparadas para enloquecer tres de los dos cuartos de mandarinas que se preparan para recibir el trasero de damarís, en claustro de recogida descatalogada una y otra vez por no tratarse de la adecuación del hielo picoril de la entrepierna del entreacto, seguido de la excitación para volver a operar de otra excusa con el seguimiento de las cuatrocientas quince grapas, y del sembrado semblaje, asimilando el miedo dubitativo del próximo baile.
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