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Lo quiero para ayer

Más bien la quiero para no sé cuando; para el próximo polvo, para el próximo jardín, para el próximo recuerdo infinito, que nunca acabe el soñar una vida agradecida, pero llena de tumbos y repicadas de trileros y cumparsitas erróneas queriendo las cronologías en plan largas salidas a lares sin experiencia de potestades y ocupaciones para traducir esta locura de vacíos, enganchados a la cultureta de lamer el satín standard, y tipos de fetén en tres minutos de nervios y monolitos con algo de judo domado para presentar cualquier latitud y equilibrio para no volver a caer a cualquier repetición existida con el ritmo de creatividad para rellenar con años de startups y comedia alta y prolongadas bebidas de gemidos con pizarritas a seis manos y guiones para ñiños, para el puro conjunto de ensayos para encontrar el sentido de un todo, tirando de pausas, y filosofías para el futuro flagelado con cada sensación de crear las que tiran del mediterráneo alternativo en un canal underground sin un espacio para conectar con las risas del respeto que crean todo lo querido para ayer, y para el mañana, creado con los meses de verano y aquellas colas de floyd, o aqua velva, o cabezas de cartel de más vaginas de xuxut, y de tantas mantas doradas bañadas de mantecol para tintar alguna excusa autogestionada con la parte de hacer a taquilla y presentar sin pensar en las fotos eróticas ni los olores de las bombachas recién quitadas, sin querer un opair de cambios de carrera cómoda para ir también con muchas queridas que prueban y desaparecen antes de comer con pompas y gracielas para terminar con los jardines de palabrerías y aquellas retorcidas inercias a la colocación asimétrica para tumbar todos los esfuerzos que ya no caminarán ni con la llegada de otro vólido nuevo y seguro, y con la ligerez adecuada, y con alas para arrastrar y plasmar la corrida en la cittá, en otro diferente caos para el mañana.         

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