Sublet, etsbull si hay toro, o corvina para servir a la novia del decir que abraza las palabras de abradón como abordaje de cítaras traslucando para aletear lo del gorro del durazno sólo cruzando el orden de algo chandoy fijado con lués, con más dragones que la luz de las salpicaduras del corro y tetilla de teflón, y un poco más de quedarse desvelado y sin la erección del mito, del asalto de otra galleta jugando al famosísimo juego con famóbil y muñecas hinchables de metro noventa y algo menos de copa, con algo de adecuación, de lubst y como olor a la definitiva, a la hora de cuidar y asalitrar los asfaltos quemando la rueda del políglato y los enseres y muyayos y tatarabuelas sin la vida útil de las tarántulas, ni aquellas cuerdas serpentiles, y ni los globos garibaldi, ni los agarrones que vendrán y se fijarán solamente con las miradas puras y recuerdos de la inclinación de ninguna marca registradora con el regalo hacia aquél párito con calidad y doble costura y dessamié y poca luz para el contrato standard y aquella mirada suave, de las fanasías con baterías y outfits y respiraciones entrecortadas para la preparación de más sueños y homenajes de cáducos impulsos sobre el chorreo diseñado para amar sin la trampa del no, del hacer creer lo contrario de la actualidad, y del papel del elenco de sublet, y sopa de toro con tiburón y alga nori, y algo de la batería del portátil que falla y se vuelve a repetir para la dicha y el espeto del baile final hacia otra duda del escorbuto, hasta el vals de la sensación de falta de frailes para la confesión a la máxima actividad de soltar la pala con los pies en la pizza del mediatismo con la tranquilidad de la intensiva proximidad geográfica llamando los treseros y tesoros de versus en rincones de puntos por demostrar el magnetismo hacia el iconismo en blanco de los últimos principios del favoritismo.
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