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Pedjefere

Talentos precalientes sin finura ni las tortugas de la próxima cita que tibota en laa dominación del piloto sin el columpio principal como filetaco y rascas del guateque imaginando otra vez el culo plano de M y la vuelta a la erección, al olor del pijama de pardo, conviviendo con más traseros y pedos y hábitos de querer fornicar con los recuerdos puntuales y cada enfermera psicóloga y doctora de bragas y bambalinas de cualquier pitón que sale automáticamente al oler el pompóm del menú infantil, de las prisas para arriba, que se lleva por la memoria de la apta pastilla para recazar la musa, la entretenida pejde, el entretanto entretenido con la cuba y los traseros inolvidables que habrán pasado por la cara de cada extracto del tiovivo, y cada erección múltiple que sigue conllevando el olor de la bombacha y la imaginación del personaje de la joda como tercer dato de brigadas y ropa chula para otras guías de oro, sin bancar el tiro como máximo de totó, o un cultoa algo de inicio, al sueño de agotamiento, de pitidos todo el rato en el pingue, en el puñal de la oreja izquierda, en la adhesión del ritmo de la vida entre un todo y dos nadas que avanzan lentamente, como un gusano rojo convertido en el hambre del kepur, de la puerca de pedjé, acondicionada y puesta en pompa mirando a la meca, al fitness de la escritura automática, al tambor del rodeo entretenido y envuelto vía multiplicar, o entre aquellas capas de fango y semen y pasta brisa y la bombacha con olor a toshiba esperando el chorro, los arsénicos del jabón en punta y el helado entre pieles y pollos de las seis, a punto de ordeñar la camarera provocadora, con la forma de la braga grande marcada en el pantalón, en las esquinas de las ganas de más ganashe y mandanga, y pampeo, y marca para el estreno del próximo hotel desordenado, para desorientar la calentura de la imaginación de un trasero de sirena buscando ser olido.      

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