Bordo el deslucido silente, ochoné, a trucas reales; todo lo era para entrar constante, para preseguir el bozcocho sibarítico y masturbar las ánsias de saquear el espejo y cada paquete de durex de los mil sabores y estrellas escarlatas y musas sin títulos en la contra morra, tambié iba, miedo verbal, del volar, para volver a ser niño con puntos suspensivos que glorifican fetichismos y el reojo del velo emborronado de ebrias catas llenas de pilas y croissants distorsionados con el sabor de mantecol y algo de agridulce con la menta afrodisíaca, mirando al trece será, imperfectos genes de la sinestesia mezcla del siento que sobro, no que sobré de los pocos yoes sin nada para ponérselo a la anécdota de esta teoría, aún por escuchar círculos y lunares de cucarachas y el resto noches y éxitos exactos manejados por el cambiarte sin deseos merodeados en la psicología del seguir en la calle hacia rutas cortas, bordeando horitas para aparentar el perdedor con el montón de juguetes oblig...