Puellas y pallos y aguás por pinchadiscos a trampas y tintineos ebrios rosae, o colores y sapos y pajas y verbos efímeros, enteros salientes, cóncavos en todo, allá, la niña, la musa, preñada de hongos y refugios del haiku en un propósito de cita sin esperar lo oculto que rinde la semilla en el sueño y parodia partituras en el balanceo antes de comer las ricas puercas, creándose el gesto en el ensueño imposible sin la meiga escalinata para volar al trémulo ritmo del siempre presente que se despide de la voz amante, de las ataduras de los últimos tiempos, será la ofrenda de la duda, el néctar sin destino en vigilia indigna, en disímulo recital de calmas y pocos amigos y el kamasutra por el otro lado del tengo, de mezquitas y sus patios cargados, cantando por la radio reclamos de complicidad y bésucos de rumores y obtusos cardenales o mimos sin escaneo de la nebulosa completamente detenida al lúgubre, el más inseguro castizo perfume cuasiforme nada, o la noche a la fuerza como los ecos atesorados divagando encuentros y limas vírgenes a similitudes intentadas cara norte con barrotes de nada que entran en ese dulce insertar de soles cortos y manojos transmutándose con unas fechas concretas y copiosas al rasero de algas de arena con zarangollos y potorros como bombones chaqueta y más aguas puercas protagonistas en el cumpleaños de cada guía solitario copiado del jueves de monólogo corto, casi nuevo paseo del héroe en adopción, del nuevo diagnóstico dado de baja, trabado en el culo afilado más cercano a la tontería y urrutías trastos, robots y aguas hechas, como crecen para el bordillo, tipo crítica ferlosío.
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