Levezoné

Leve asirse, asiduo, aireado de tan hermosos ojos a la mitad del fracaso, de la tabla de malsignos y motores del aire en pensamientos y causas y concausas guardadas en el dos punto dos ya amarillento por la pasta de otro poeta en silencio que derrumba el bad morning del enfriador en seguida que titila la victoria que apaga la sangre que sube en el desnudo viernes para mimar por el pasillo, por las escaleras de caracol sin la cáscara del calamar ni el cuando de profesores y padres y jefes, o directamente del testigo corrupto, el trío de los peores pronósticos de la nuit de harina y puerros y la orilla a la sombra de los engranes del gramófono en la neta del sollozo, leyenda del ring y el rango aparte del siglo de ciclos y amor lavado con la lucha y guantes de la casa del diálogo raro de peluche y vínculos de imbéciles desconfianzas que amenazan la vuelta de la enfermedad quer deteriora al dueño en menos de décadas y boletos para saciar la conspiración contra el yo, contra la sondura atormentada por no dormir en el box con el semental y pasar de quejumbroso al que canta para el amour y las guaruras autografiadas por el propicio en el silencio de las muchachitas que no buscan una clase de orgasmillos y recorrido de largo camino para fertilizar el huevo y formar el líquido de la guerra capaz de comerse las sucursales del discurso y azotar el satín por la igual blasfemia del pecado del himno del romance a punta de metralleta para fusilar las barbas y los años patéticos, desenamorados del rocío de Tokyo y sus meretrices libertarias.