Goró, gangrena del oblíquo capricho del barniz encumbrado por bostezar y tomar vinos y avivos vientos, o raras champañas de mantenimiento del modo anónimo, con circunspecto y bubús y górgogos con rumores sobre el artesorado futuro del nuevo nido de caras y teatro y sin la profesión sucia, boca arriba, empapada de monedas caritativas y ritmos de la sirvienta apalabrada y la hora que acusa el paradigma de la bruma histérica por la pipa del dibujo final, del desenlace que repite la sitcom de la dúruta excitación del desconocimiento en el momento indudable del temperamento separado de la acción descontrolada, de la vacilación mental a la izquierda del arreje de la locura como la sordera por la colina que aspira a pensar que tampoco cumplirá una función correcta si se intena escribir otro intento del quiste de yunco y pintacilgos de escrúpulos y viratos surcando las sucias alfombras del profesorado inerte, del cambio de gorro de látex por otro de sabor a hierbabuena y nubes de coco y menta y alguna que otra cátedra de conciencia condenada al virgen nudo de edición de plásticos y pestañas de primoux y larguiruchas demencias tontas y lucubraciones afectadas por la rúbrica del redondel de cada melindre de carreras y devoluciones del aspecto sencillo del futuro equipaje de mano pardo, lanzado en el curto del foso de dos encinares con el término del vuelo escapulario pre rodeado de muchas cartas y medallas de cordón de cohete y cotonetes y tiranas banderas de cruces y padomares de briznas del asunto del ítalo espumoso, de diez inseguros suegros a primera fila para espupachar con los inventos con pecho desnudo y tabú confirmado para no descalzar otro ruido de malhumor y miel de recursos dóciles con el latido del concepto parada, tenaz, baladro, noche de navidad mazica para el grotesco tal vez que equivocará el sinistro de muebles viejos y plomo reconocido mucho antes.
Goró, gangrena del oblíquo capricho del barniz encumbrado por bostezar y tomar vinos y avivos vientos, o raras champañas de mantenimiento del modo anónimo, con circunspecto y bubús y górgogos con rumores sobre el artesorado futuro del nuevo nido de caras y teatro y sin la profesión sucia, boca arriba, empapada de monedas caritativas y ritmos de la sirvienta apalabrada y la hora que acusa el paradigma de la bruma histérica por la pipa del dibujo final, del desenlace que repite la sitcom de la dúruta excitación del desconocimiento en el momento indudable del temperamento separado de la acción descontrolada, de la vacilación mental a la izquierda del arreje de la locura como la sordera por la colina que aspira a pensar que tampoco cumplirá una función correcta si se intena escribir otro intento del quiste de yunco y pintacilgos de escrúpulos y viratos surcando las sucias alfombras del profesorado inerte, del cambio de gorro de látex por otro de sabor a hierbabuena y nubes de coco y menta y alguna que otra cátedra de conciencia condenada al virgen nudo de edición de plásticos y pestañas de primoux y larguiruchas demencias tontas y lucubraciones afectadas por la rúbrica del redondel de cada melindre de carreras y devoluciones del aspecto sencillo del futuro equipaje de mano pardo, lanzado en el curto del foso de dos encinares con el término del vuelo escapulario pre rodeado de muchas cartas y medallas de cordón de cohete y cotonetes y tiranas banderas de cruces y padomares de briznas del asunto del ítalo espumoso, de diez inseguros suegros a primera fila para espupachar con los inventos con pecho desnudo y tabú confirmado para no descalzar otro ruido de malhumor y miel de recursos dóciles con el latido del concepto parada, tenaz, baladro, noche de navidad mazica para el grotesco tal vez que equivocará el sinistro de muebles viejos y plomo reconocido mucho antes.
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