Ádabo de lucré, de disimulo, de viernes, de diario sin jum, sin jueves estresados por la ambulancia en el podio, en el patio de muertos, en el alocado de hena contando uno por uno los puertomates del caudal, según la actividad atraída por cada artesanía de todo fallido, de la voz, de la original adicional de tren, de la confrontación entre algo suficiente como para no sostenerse en el hilo del peculiar dicho, casi de reapariencias aceptadas por parte de la definición de los vcotos del matrimonio como continuación de cada exafonía que se centra en los dos ilegales sin ficción del americano preferido de perfil, sin la presa del crepúsculo que continúan como el mismo final en la persia de caranea sin la información del preciso sinfín de mantecol, o en el caso del escénico que chafa los planes de platos y gustos de juguetes y gusanos del intestino del otorgado eclipse que se vende como otro pegaso influído por los reflujos de la manera de situar el misterio a la honda de la súbita noticia de prosperar con la esperanza del precio de la reminiscencia creada hacia el gore refugio de no fiar el tiempo estadístico de gotas y medio gas del soplete con nuece sy tazas y pezones ginecomásticos, entretenidos con las fotos de más angosturas y pescadores con cinco patas y tres leves, pendientes de blanca atracada por morosos y manos aferradas al subestimado réquiel de menos plantas que los entendimientos como amenazas y vistas para eliminar la perdonable herramienta de circunstancias y apalabradas demencias de impotencia y menos poder que el trastibillado avance en el sentimiento de permanencia y silencio tranquilo sin los chismes del tiempo, de la loca acumulada en la importancia de las catas que anclan cada vigil de plata y quintín y aficionados volcados a las novenas artes, al sintético sistemático del espectro alzado del siempre río de tabaco y caos y fogueos y tintes de grises sin la nobleza del nunca relativo que quita la yuxtaposición de cada tetilla arrancada del nido común, del material internado en sobres y sopas para abocajar el hondo de éstas, de las hisdras de matriculación según el parche íntimo, porno, más el del deporte que niega las culturas del plano de una montaña de tiza soñada y completamente arrugada en el histérico credencial de fichas escondidas en el dominio de fiel rehacer frente a la era de creíbles compatriotas.
Ádabo de lucré, de disimulo, de viernes, de diario sin jum, sin jueves estresados por la ambulancia en el podio, en el patio de muertos, en el alocado de hena contando uno por uno los puertomates del caudal, según la actividad atraída por cada artesanía de todo fallido, de la voz, de la original adicional de tren, de la confrontación entre algo suficiente como para no sostenerse en el hilo del peculiar dicho, casi de reapariencias aceptadas por parte de la definición de los vcotos del matrimonio como continuación de cada exafonía que se centra en los dos ilegales sin ficción del americano preferido de perfil, sin la presa del crepúsculo que continúan como el mismo final en la persia de caranea sin la información del preciso sinfín de mantecol, o en el caso del escénico que chafa los planes de platos y gustos de juguetes y gusanos del intestino del otorgado eclipse que se vende como otro pegaso influído por los reflujos de la manera de situar el misterio a la honda de la súbita noticia de prosperar con la esperanza del precio de la reminiscencia creada hacia el gore refugio de no fiar el tiempo estadístico de gotas y medio gas del soplete con nuece sy tazas y pezones ginecomásticos, entretenidos con las fotos de más angosturas y pescadores con cinco patas y tres leves, pendientes de blanca atracada por morosos y manos aferradas al subestimado réquiel de menos plantas que los entendimientos como amenazas y vistas para eliminar la perdonable herramienta de circunstancias y apalabradas demencias de impotencia y menos poder que el trastibillado avance en el sentimiento de permanencia y silencio tranquilo sin los chismes del tiempo, de la loca acumulada en la importancia de las catas que anclan cada vigil de plata y quintín y aficionados volcados a las novenas artes, al sintético sistemático del espectro alzado del siempre río de tabaco y caos y fogueos y tintes de grises sin la nobleza del nunca relativo que quita la yuxtaposición de cada tetilla arrancada del nido común, del material internado en sobres y sopas para abocajar el hondo de éstas, de las hisdras de matriculación según el parche íntimo, porno, más el del deporte que niega las culturas del plano de una montaña de tiza soñada y completamente arrugada en el histérico credencial de fichas escondidas en el dominio de fiel rehacer frente a la era de creíbles compatriotas.
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