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Fronteras de leda

Testino, tíndar menos de la roa en la rúa del tiempo, de la frontera de otro fútbol de poetas en prosa, sugerente, endiablado por el retablo del conocimiento, y otra alma de un rebelde partido sin goles ni semanas ni postres para empezar a redondear el rápido contraste de sátiras contagiosas en las afrentosas y nórdicas erráticas por las duras, que pululan por el hereje avanzado, con el polvo en la colita, en las braguetas de otra calle de tímidos intentos de desbancar, de recordar los meses interminables de difamantes siempres, del disfraz equivalente al potro, a la particular del cero a cero encerado con serpientes e inmovilistas de hasta otro rehén de la orden del concedido número de la blanca anacrónica y más bien anacoreta por las apagadas de erres del fabulador, o de la silla turca que espera volver a nacer de un buen botón de nuevos nudos y recibiendo las fantasías bien jugadas por las atrevidas milsivas de fusiles que señalan los maisales y antojos de tocar los lares, de penetrar las tres ledas de gazpacho y placióme sondeado y ordenado por el regocijo cobrado en pagarés de importancias rescatadas en otro terreno, en las tres laderas de carretera abandonadas con las preciosas sin anillos, sin los quilos de tirantes y tirités de profecías concluídas con un piropo de los loables como otro lujo de críticos en la apariencia de leones que evitan el análisis individual del achacado casiél, para volver a digerir la manera de fugar el nicho de vespertinas noches de ladeos en los primeros que vienen para adivinar el sexo del huevo, de los mismos retoños que la gloria en pasos y paseos echando armónicas voladoras por la canción del perfil falso que odia las armas breves y los surrealismos de como alejan la bastada gran parte del invento que no come una moneda de tierra impregnada de paella y hiedras rápidas saliendo de las barcas a favor del recién cortado sotillo como el péndulo de cicatrices y molleras de reglas que importan unos tres, de lado, de chinos y chuchuelos desapacibles con la caída de la inspiración al nido de compras y más compresas que las de cien en horas y empezar con cómics y caballos con el grito tolerante más allá de las inherentes de bota.

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