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Pamporcino

Pampor, de rigores y viriles al poner más convención de citar autores y ejercicios, de buscar la raza de la sinceridad sin estómago que vende monopolios de porcinicas y porciones de modos, de tiernos pensamientos entre babas y traseros de moda, como el de la xilografía de diesnos y versiones afrancesadas del inacabado digáis como adelanto del arponeado que desenpolva transtornos y hadas de tanís para los mismos colgarés de la caseta de cada enlace, de cada fiebre tierna para llenar otra vez el vacío de la autocomplacencia que deprime el asta del mapa, de la multitud de ideas seniles de las decisiones fuertes en la vista del interés social, del color a lo real que abre un sondoso objetivo de retorcer el olvido, la fe ciega en la cuarta salud vaguna que impregna el ere del revolver que suena con la vesícula en la otra parte de la flecha, acompañada del dentro, de pocos exteriores que inundan las partes revestidas de vino y amor artístico, soplado por el halo de felicitaciones y café con olor a ropa sucia entremezclada con las notas correctas como inventando despertares impregnados de sinceros besos tamizados tras esas endulzadas sillas vacías en forma de piltra asentada en la comodidad del terreno, del osto yupie, con el futuro que no se recordará metido en la estenia del fin suficiente para el retoque marcado de la duda que convierte la manera en tiempo escondido que actúa en el brote perdido que cala en la sepultada ansia del presente, del abandono de interpretar abrazos y controles vistos, grabados en el garabato del pequeó ardilláceo de sebo y focones de mil realidades que secan el curso del marchitado ojo de piel de resbatada radio y telas de pré, de neumático aclarado con las miradas de apagadas duraciones en las cerradas dando la espalda a las efes en puras y frondosas, o para cada inservible que se lleva el preciso de crecimiento en el vérgel para uno solo, para comidas de rejones y pampimflas, o las pompas del intento de dejar el bolígrafo encima del éncord acordado por las fisgosas espaldas que escapan del torzuelo estéril, sin el precipitado libro de regresos y cambios esparcidos en el tutelar para ficción y tallarines y tesoros de tantas batallas hervibles y jaquecas de riñón

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