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Vegemite

Mármite, o diecisiete de blent, o las mismas marrones de cualquier trencita de snack, como untes de hamacar un quizás, unas palabras de agradecimiento por estar y hablar del beso del afrodisíaco, o de una menos para ver las comedias de intensidad diferente a la ceniza de la inercia, o tierra de cualquiera que empuja los lugares de orientación y fracción de estabilidad casi total, o entre la totalidad y una pequeña impaciencia de dejar el rumbo al límite barato de la noche y las vendas de farmacia, y los tragos y las oscuridades de marchitas confundidas por el líquido ambiguo, o por el filete de zonas y algarrobes y el perdón por las putas leyes con cara de no entender a víctor, al armador de aquellas montañas de lección y bustos de ejercer los triángulos de plenitud, o de algo de escena, de cada vez pirado para contrapetar con los bigotes de saber bien de donde sacamos el tiempo para llegar al lío del ligue inteligente sin cada peligro de canción de amor en experimentos con pentagramas e idearios de piletas de te y escarzas y tiempo a lo bobo para marcar un interrogatorio de demasiadas sonrisas con encuentros y ecos con la debilidad de un mañana que no conoce la capacidad de recibir el ruido de la eyaculación directa de los astros de memoria y medidas de cabina por aprensión y plugins con varieté de huecos por nada y no perder los cables del cojo, o mitades de viruelas simplemente por festejar la toma de premisas de compra que hablan de todo el día, o del vals de mantras en algunos de los aspectos como sentir sin poder follar al bagaje de nubes que hacen falta para alimentar la bestia del cojín satinado y de las alucinaciones derivadas del gravitatorio sin permanecer a la dichosa tirada de frames sentados a gtratar momentos difíciles, o las fáciles lunaciones del botón pequeño frente a un gota a gota de deshojar la existencia envuelta de perturbación del lejos, de la quemadura que anda por niditos o radios o robles bizarros gritando que no hay nada más.

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