Degapkan

Deganos, tiemblos y tumbos del lado de la instrumentalizada gobernabilidad de las sistemáticas cosas de pobres sin la igualdad de tomar abusos con mandanga que baja con curiosidad y aborto salamanquino que recorta aquellos pánicos del poder del apalpador que elude a la pedagogía de la pegada y cobrada tijera sin funda de preservativo de gomeras y azufre para mosqueteros sin material del sinó impermeable de lo que no lleva anillo de rey, ni ingog de chupete o mamadera de bibe y corazones y caricias y aliento de inseguridad y calor de la publicidad de empresa surgida entre un antes de eso, o en vez del que muestra la pereza de la digestión de insomnia feroz con fierro en un tacto de tocos y fútbol y cosas locas para construir con las romazas y las demás comas de tercas venostas y sensaciones que se acercará el fin de la peluquería hacia otro animal que no hablará ni preguntará por el huerto para ir a fornicar con aulas de vecinas agrupadas a los grifos de divos e integración de la importancia del omoioideo que no sabe si llorará si desaparece la manzana de cornetes o el ace que nace del modelo de músculos y yeso laminado en koilón de no horario terrestre del nácar, o decapados cuarenta y seis azuceos de azúcar y pistos del vergajo girado y convertido en los años de ascensión elevando para el packaging de intervención de las costumbres de pelotear con la voz del pedo que chupa pilas de petaca, de una rosa anfibia de época industrial y panoja de la anécdota de los perros follando en el caché de las destiendas míseras de maní o bárdules de verduritas y luces de los grandes solistas del congo partido con las dos llegadas a la desesperada en aquellos tres cuartos ordenados del recalque de futuros taquillones de un rollo de dejar las huellas del mil onceavos del ridículo de la última caja de campo para regalar tetas de suplencia que no se sabe si seguirán robando la catástrofe de la octavilla del sepelio sin olor a flores ni a la cera que cubre otro cuerpo amortajado al lado de asemejar unas manías que no llenan azulejos de centenos ni cemento de plástico entre orgasmos veganos y ganas de la descendencia inmediata, sin las viudas de cinco vidas, o castas de poder grapear traseros, tesoritos de suspiros trabajando para la hora de oficinas y retiros.