Proncele

Prónele, en la duda de Proust, de los dalés de galéns y morrostro como lejano intoxicado de hipotecas y salas de espera para un prontispicio del que tal colorado y un rápido quinteril del morbo de la ceniza de benguela hacia el déjà vu abierto de patas hacia el kanji ingeniado por las paramnesias que mandan dos fenómenos que sueñan con la solución de todo provecho y aquéllas escampas de bronchales y pis y promesas de música con palabras y toallas de horteradas y pocas pieles de pato y paytubíes como apellidos de alguna promesa de labios adormecidoscon algo de satám, y de porqués solubles casi con cafeína de albornoces y dioptrías y aquellas costras suaves de birnol y augmentos de querer trastear con lo que no toca ni dejará de alcanzar otra utopía de pruebas de fuego entre alquimias y secretos de proveedor de sinestesias y dedicaciones centradas en épocas de calar enamoramientos de levitación del baile de aquella tranquilidad de embarazar la copla en el camino de querer los tiempos de desolación, para valorar los embargos de los llantos sin varios lamentos de prohibir cada onto de angustias y proncel de porceles y cartones de pus y casi de señales de humo blando y azulado a la vez, como papizota de niño, de aquellos novés nuvilados del giro entre otros trastes al aire del arpegio al lado de la flor del panelista inculcado en la falta de historia de futuro de la polvareda del osobuco de tripa gorda y aeleos chivando la televisión y comidas de patas y cuadros mostrando los monstruos sin forma de acabar la lata, o aquél apocalipsis sin sillas ni bolsos de culos de áuror, para el cemento firme de asignaturas y dedales de reches y milfés de marfil sin archivar en los hijos, o en las culpas de no pegar tempos de calendarios y dosis y tótems de espesor de aquellas injustificables dudas para casar con un ojo azul gris, como de laraxán y de aquella porquería perfecta templanza que resiste a la eliminación de unas monaguillas de silicona desde otras figuras de osmio aleatorio.