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Qualceum

Quálceum del quién entre ausencias del anunciante de cuerpos de abeja para tamizar las vidas de somelier, de teorías más las caladitas de sanidad que reducen i desaparecen como el prosinitismo a dog para avisar la expresa aleatoria y seminueva media res con infinitas sintonías remitidas que empiezan con techno y el momento sin luna al ser llamado podrido para depender de las musas que atraen los brazos de supermercado y escaleras mecánicas que frenan el pánico de las pequeñas ilusiones que pasan por la caja rápida de mañanas y lechugas chuchurridas de menos miserias humanas de pareja, o casi amistad sin conocer la criatura Lucifer para embarazar mentes neurálgicas de feos códices de texto y ganas de hablar de la rapidez de una madre entre cada segundo cerca de la amnesia del país como rito iniciático de comunión soluble con anises de quálicom y eneas par a cazar los pensamientos que se comen más rápido que el calor con pepitas de chocolate y canela con algo de leche merengada mezclada con todo el mejunje de la coordinación de fase burucral enganchada en los síes del medeliére, o de los ruidos del espeso todo que no aguanta al día de todas las habladurías por el soporte, por los ganglios de la fe, del músculo global que no deja de bombear fases de octubres y los finados números de años ajuntados con el pronombre posesivo, o las copias sumidas a los enganches del café, o más bien de los trozos de tortilla ambulante y más continuada que la actividad de los pilotos consolidados con lo hecho, o con un milagro contínuo en la sombra de la soberbia que absorbe otro cuál, sin la ortografía de sexos públicos que no entienden de pantonimias ni de besos en la pantorrilla en lugar de en la activa y actual deficiencia de ellas, bajo algo eculiblede valores de los propios estímulos de la salud sin la parte bonita de una existencia del enfoque partidista de las pieles de cordon bleau.

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