Afirmación transcrita al fatal y estancado banco de pertrechos de cada mujer, como líneas innecesarias y frisbies de tramas y cables de carne brillante como la luz de las exéquias derrotadas por la nada, proseguida del mismo señal del meneo incluído en el tránsito, ya en el hablar de protestas y falsas toses y jacarandás para el agua de fuego y la salsa desaforada en la pregunta de la madera hacia el lío cabezón que pide más dinero para gastar en aquellos bigotes de pistola y muses de maratones, o por lo menos el jaleo de no poder mover la clasicidad del fisé, del símbolo de las castañuelas, del futuro hemograma que dictará para algún felisberto el faisán y las demás aves rapaces que repasarán en cuanto puedan la lección del mimético semántico sin olvidarse de la semejanza con el cáustico frío y las solapas del tierno cimbrel que intentará no violar las bombachas enormes de las rubias de veintiún tiempos sin palos de ananá, o a las variaciones de las vacaciones íntimas que se han sobrellevado con el atraco de las llaves del torreón de playa con el dicho del mal gusto, como siempre que hay algo que no interesa tener, y hablar de quitarlo del mezzo, de aniquilar los magníficos recuerdos de la herencia, de la estrecha relación con la necesidad inmediata de volver a fornicar con la bombacha violeta y las tetitas y erecciones no elegidas ni leídas en el periódico de deportes como noticia titular y predominio de las repeticiones de vocablos que aparecen en los cinco sentidos del monstruo del bulto en el cráneo del insoportable ratón de números específicos para la deformación del todoterreno sin aquella velocidad tranquila que guiña a la ignorancia o la apoteósica cruz de yahuasca y sapo para chupar o fumar el líquido del seso, o la bufotonina expréss, o dimetil sudado con glucosódico de digitalina de portada de anacanados escarabajos y lacados del rol borrado para pasear como mascota aterciopelada dentro de los impuestos, de las primaveras perdidas que no han salido del futuro script.
Afirmación transcrita al fatal y estancado banco de pertrechos de cada mujer, como líneas innecesarias y frisbies de tramas y cables de carne brillante como la luz de las exéquias derrotadas por la nada, proseguida del mismo señal del meneo incluído en el tránsito, ya en el hablar de protestas y falsas toses y jacarandás para el agua de fuego y la salsa desaforada en la pregunta de la madera hacia el lío cabezón que pide más dinero para gastar en aquellos bigotes de pistola y muses de maratones, o por lo menos el jaleo de no poder mover la clasicidad del fisé, del símbolo de las castañuelas, del futuro hemograma que dictará para algún felisberto el faisán y las demás aves rapaces que repasarán en cuanto puedan la lección del mimético semántico sin olvidarse de la semejanza con el cáustico frío y las solapas del tierno cimbrel que intentará no violar las bombachas enormes de las rubias de veintiún tiempos sin palos de ananá, o a las variaciones de las vacaciones íntimas que se han sobrellevado con el atraco de las llaves del torreón de playa con el dicho del mal gusto, como siempre que hay algo que no interesa tener, y hablar de quitarlo del mezzo, de aniquilar los magníficos recuerdos de la herencia, de la estrecha relación con la necesidad inmediata de volver a fornicar con la bombacha violeta y las tetitas y erecciones no elegidas ni leídas en el periódico de deportes como noticia titular y predominio de las repeticiones de vocablos que aparecen en los cinco sentidos del monstruo del bulto en el cráneo del insoportable ratón de números específicos para la deformación del todoterreno sin aquella velocidad tranquila que guiña a la ignorancia o la apoteósica cruz de yahuasca y sapo para chupar o fumar el líquido del seso, o la bufotonina expréss, o dimetil sudado con glucosódico de digitalina de portada de anacanados escarabajos y lacados del rol borrado para pasear como mascota aterciopelada dentro de los impuestos, de las primaveras perdidas que no han salido del futuro script.
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