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Miling

Úsila, alejada del exacto paralelo, del mil, casi una sosías asociada a la que no se salva del reexamen de la tersa parte del eje voyeur, de los sin secretos de humm, y sin un principio de socarrón arraigado al pubis, al último y más desolado desenfreno detallado con metafísicas y subjetividades de época en la construción del valor decidido por desescritos y psicoanálisis básicamente para la propiedad del urgente y necesario desenfreno por retener las singularidades y las urgencias del uso de la orientación respecto a las etéreas aguas de estanque que saquean lo inconcebible con historias o bien por decir como cambia cada respeto por la juntura de la clase de infuencias, por no ordenar otro fomento de modo de percibir zonas de la intimidad que marcan la competencia, los territorios de terrier, como en el ejemplo de inmiscuir las zonas libres de clases obreras y las últimas separaciones del cognitivo pulsional que cambia entre rebajas y sueldos de mierda que compiten con ciertas corrientes de importantes ejercicios que transmutan hacia otras épocas sin aquellos días más cerdos de comerse el marrón de reescribir el miling y las tandas de orujo dirigido a las veces del minuto en el sentido de la obra de gedisa en el lugar del mando suelto, a punto de gozar con el ser de palabras y las penas del espejo de Montparnasse con el comienzo propio de una novela negra que opta al éxodo de bescambiar el colson, la vida mentirosa de dos historias herradas con fuego y más marcajes que párrafos de relleno y misterios para volver a desaparecer con el contrarreloj distinto a la lípside del menos es más, o la burlesca razón de temer al súbito dolor de fibromialgias o aires del nordeste del último orgasmo que habla con la broma de melengue y terranautas de ampliar el encargo  escéptico del uso del ciclostor sin motor, o sin los traseros imaginarios para geolocalizar la cara desolación de las escenas de plano fijo con higos y aquella casta resolución del quehacer con los espías del correo y la primera sinetría de agarrar los pocos diálogos.   

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