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Fendorto

Féndort, o la eñe de algo, o fendorto, o bénebre, o elacoplado tiempo que tarda en manifestar como un maniquí con esperas y patas recias que todavía colean en el recuerdo de tres cuatro, o dos mil una comas, o ariesque no llegará esta vez a parir la partitura antigua, ni la embriaguez de manifestar el ya, sin miedo ni jaurías de pópulos y ortos, y huertos para dejar el bien en contra de las falsas felaciones de playboy entre la rubia del hermano santeularia y las blasó en blanco, y lo que dormirá en breve la expresión de tratar los pensamientos con las horas y tempuras del fendorto rebozado, o de los tipos de arte, de búlitos y mantecol verde, como de aguacate con maní, citronella y limón de azultiempo apaivagando otras esencias de aquellas mujeres que han marcado el sexo y lo han llevado a otra dimensión distinta a la del miedoso normal, de fendort o escapismos para otra alondra de la concertina de la orquestra extraterrestre sin patrón del compás de dos, o las palmas del visionario entre atempos que caen y suben mirando de reojo el pasado eclipse entre aquellas batucas lentas que se espera que corran un poco antes de la próxima navidad, antes de la forzada galería de caballerías y bacalao y cuatro orgasmos con la fenoy, con el miedo de aquellas visitas del védito tomando cuajada en las primeras de cambio de aquél testeo de la ruta tórrida de panaderías y espus después del esposado sandunguero con los tipos de extensión subida hacia las ramificaciones dela eñe de algo, a funless, y con el arrozal del kid de los reveses recogiendo las hinojosas y mimosas de limón y turrón de la compra compulsiva para moderar la solvencia cuando llega el besamanos con la fórmula del pompóm, o cada olor de superación del dolor que abandona los diferentes cuerpos atrapados en el tipo de barro, o cada tiempo de la arenilla que susurra cabezazos y coces directas al córtex sin neurotransmisores que deriven a las emociones hit. 

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