Servía los cockteles y emborrachaba las palabras y ejemes y bailes dejando claro los saberes y comprensiones y vómitos ridículos razonados de corn flakes, y leche, y recompensas ajenas que no empujan ni escuchan cantares parisines libres de ideas que tardan, y no aparecen, y le dan la espalda sin puntos de partida, ni maravillosas gacelas recién salidas de cada bollo de azúcar y canela, y sueños aburridos y llenos de delirios y ausencias puras y blancas que aún no dejan huella y pagan el fin de mes y ofrecen cosas a cambio de otras, cambios de ritmo, di firaggo, del dulce de leche clasico emulando
las niñas monas, típicas, las que no parecen gorilas que se sientan a primera fila y se muerden las uñas y se estresan cuando empieza el partido.

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