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Brito del pino lo sabía

Lo sabía, lo tenía preparado en papel de water y lo dejó escrito en unas rayas en un espejo en la herrería blanca de la nuit con sus enfermeras. Yo ahora lo sé al desaparecer también en la pared blanca del tiempo que se esfumá también con su vejez flaquísima en bañador rumbo para el sol en proyecto de aniquilación. Ahora claro esta también la duda relaxada tomando un kir royal que parece que ha dejado la boba melancolía de aquellos tiempos de hipoteca y grandes decepciones de ciertas esperanzas para recuperar aquel Montevideo por dejar un ejemplo de aquella calle cuando éramos los mejores del mundo en caferatas. Y hasta aquí te dejó querida infancia ya olvidada del monopatín colachata vermellón que tenía el récord del barrio en caída libre y que te deja su reverancia para siempre en esta realidad apenas arañada por el entusiasmo del silencio que es un faquir.

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