Ecupeudend

Tótem, las cuchillas gráficas, gélidas existencias de la visita que apenas inicia el canto de ave, de merrot, de soles santos y consonantes de escupitajos y rasguños tiernos al vapor borracho, prebautismal, apresurado por el amén a eso, al jumbo de redes y ladrillos y cloqueos de amor y copetes de gags a la mitad del miedo que sigue sosteniendo la espina a diario, punzante normalidad de impuestos y circo literal y feedbacks en toda hemorragia de fenecer la estratega desnutrida en la mirada perdedora que no regresa, que no finge el deterioro de la caída durante la noche con el vagabundo físico de sorpresa, de poca admiración, de contaminación rebelde y fotografías del nistagmus que comienza con el vejado de textura, de pelones e interrogantes de entrepierno y tánax con traumas de aguinaldo y la parada sucia del bellavista con lo que se vá por el pílsener de un pastel cualquiera con el infame al bolsillo y el topo ya sin palabras, sin boca, sin las míticas fauces que carcomen y pudren el serrín convertido en focos y fotos y flojera dama de persistir y vencer y chau como para parar las gojiras de la cultura de la mensa eléctrica, difuminada, diferente al ecupeudend que reforesta inspiradora, demasiado lejos, demaís que pide a la mujer el marfil del cáduco espejo de l maniquí demasiado diablocon congríos y cuero y jugo de datos y algodíos bizzarros que duermen para modificar el control y dar la vuelta al perenne patio de chorrosas tardes puntuadas por la araca que implanta la victoria cantada por el pulgar de estilos y escarchas o recién el resfrío que suena a ópera cinéfila, lenta morfina, agónica sede de razas y reacciones para hacer explotar con babas y juguetes de papel blindados con la artesanía sentenciada con katanas de oro y la nota aparte de alfalfa y fierro pósumo del paso del frame hacia el firme abismo, o el guatazo fleto del pan para recibir el sexo hembra del catador de colomas viudas de arragar la ensalada sentimental, la esquizofrenia tripolar, o la cuerda para maniatar el libro de torturas remontadas en el fetiche, en la depilación oscura con final feliz y bocanadas de alientos para no sucumbir, para no hacer un replay que pudra el significado cómico del momento.