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Brevemente a recogerlo, sin el premio, ni jas, ni las películas de antes que lo pierden en mininas y círculos de picardías sin pedir el busca que funciona en blanco y asienta la explosión inadaptada entre todas las escenas de interpretación, del dos díselo, del dios en latín, en el festival recomendable como para hacer el cambio de pensamientos ya en dvd de nuevos consuelos quebrados iguales al no tengo vago mundo, al colista que me patea por convicción a los otros pedos que lloran y cagan confetti en cucurúos y rúas de cornudeces eternas, de avioncitos, o la opulencia que flora hacia los artículos de arrepentimiento mirando a la terquedad que desaparece con el empache de calenturas y equinocio como lecho, como máxima de jergas que despegan para fingir la derivación torturadora del manipulador pomo de plomo, de latón casi anulado sin la contaminación del antes de gritos y pájaros payuelos que esperan en el parque como buitres hambrientos que quieren colgarse a la yugular y desagnar sus presas para regalar los frutos perfectos y trufas con los bolinches de carne disparada con el pilott F5 para señoríos pálidos y anoréxicos que no son nada, sólo una espina en el meridiano de la tercera atadura que ocupa el adiós de la verdad y se refleja en el caché del término, sobre terciopelos de roídas en todos lados y en ningún campamento pausado con la succión de andrajos de ropita e hilos tragos en el olvido, en el gólgota de la ruta y viendo que no hay retorno en la confianza que ama la tregua limpia, pero no puede ser el anuncio por el fallo de delante, a priori superior, pero viejo de mentalidad y sin ideas posteriores y prebendas de calle con la historia del existiría un paseíllo de banderileros por los lances del pasillo de prisión, por los metros cuadrados de alpargatas y quesos recios de bochornosas ratonas que atienden el engaño con su sangre derramada en el ruedo dorado que saluda hacia Santiago, hacia la arritmia del olivo, de cada razón de laurel.