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Señorita naná

De ser payasos y suegras; de eneros a enebros, a videlas, a naná, a líniers que dormitan la técnica y abandonan la jugada de denominación con la energía que no para de sacudir alrededor del aire, de las maneras, de la hemoglobina, de la seducción, de la carta a Marte pinchada, de fondo, de comas a parte y mitos que impiden el tereré por humanas gaviotas y veces para seducir la seguridad de la gárgola mascable, la básica concordancia, o el osea, de celestina en los libros de veletas y tetas de merchandaising directamente con rotuladores de congruencias y poco tiempo para los curiosos profetas y vacas sagradas afrodisíacas a partir de sucintas y milímetros protegidos con escamas de diazepan y lucro de consumo y cucro de puertas adentro, de tardías mesetas y peronés sustraídos del desgarre de las conductas de perro a la hora de fornicar métodos bajo la apariencia de tratados y guiones del amor estéril, de primaveras y crepúsculos dialogados con el origen de la mísera ignorancia, del soslayo intérprete del ritual henake, del desu sin kimono ni ser la dolorosa contrariada por el prejuicio de la frustración, de la adecuada dida del cuarto inmenso, o menos pelaje del juego del duelo con mortajas y ceras encarcaradas dentro del volver a los palos por la incertidumbre de si saldrá o se quedará como siempre por miedo o descompresión con su estado, con su desequilibrio enfermizo que no me cuaja con la sangre de la pija y su menstruación con su dildo y páginas y páginas de querer volver al interés de una distracción del embrión manipulado por el diálogo mártir y rancias creencias exánimes dejando ambos ágapes de pan de punta como talismán letal.

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