Nudiustertian

Naírt plata, nudiu de nudos, de píos, de hechos, retiros de luego, de un paso que preserva la rapidez del decapitado argumento acompañando cualquier actividad de menos masas que las más mesas de tres, de saciar la magia cuando no hay forma que aparezca el acto de años a domicilio con impunidad a modo de decir lo plausible de piel, de halos y cambios en construir con abismos profundos para que se sequen destejadas carcajadas en menos recorrido especializado en aprender a clarear, a dibujar la fínita baba, la esencia del nuevo amor que nacerá si hay opción de ópticas y sinceras erecciones que duran hasta encular el cable hacia evaluar el pasado con las razones del no entender las flojas colas o el secretismo de abrazar el dibujo, el sentido propio del corazón que entiende de despropósitos y pelucas y una luna de dos noches en conseguir otro peral, otra tierra donde poder entender el de dónde en coma de las tres posibilidades de tener fruta y sámara y adolescencias agazapadas con galletas y padres de otro desván embarazado del deporte, día de abril, de afuera, sentado en el mundo duro que pega con el reloj, con las cordilleras por las ganas y los erros de amigos, de erróneos pidiendo fuego de clientes y adrenalinas para las próximas pistas de más pasión justa por partes de ventas y caminatas por las taquillas del toallero elocuos de tantos ojos y sexos dominantes como hermanos y la venta de idas y vendas para la hojalata de crema divulgada con los heredados comienzos para el rumbo de los chacinados entornos que acarician el momento que mañana llegará del tarón del indio gerónimo de la música de allí, del contacto con el autococo de cardio de puchero y moco, y sombrerito de valentía, sin el almidón de la magrana que no rinde con las fritas recibidas del erotismo de pago, del ritual rutinario de mejores ojos y cerebros fijos para limitar los cansancios y algo de más de seis, o de medallas para la ambientación del trayecto que muda y refugia el viaje del masturbador de satín y en el pertenecer del pensar equilibrado que reúne el talento que reina con las señales de lealidad dual de un tantito de tambores vivos.