Panteón tejano

Plasmando chiapanecas apartadas con el sabor de etiquetas integradas al recurso de adjetivos y verbos individuales como vidar el día, la invención emocional que responde hacia el centro de magia hacia el resto del éxtasis sin rol del punto de partida que crea el espacio, las bidirecciones del esperado favor, y nada más, del caótico centeno por casetas llamadas miedo al empezar a soltar el adelanto de acariciar la fortuna del exilio de pelea implícita de previas de dedos entrelazados y manitas con el dueño de la música llevada para cantar por la emoción misma que no alimenta la transbordada que delata en distancias recordando un paseo que regula la paralela, la presencia de todo el sentido de puertas encontradas con nudos y lágrimas para no asustar el espacio que guía, que baila con matices que aprietan el paso del avión estirado en la velocidad de la luz asentados en los pesares como melosos rápidos que descansan cayendo en la doble moral de tirar verdades y géneros de eritemas que abusan de madriza sin mismo rostro de meras elásticas acomodadas de angústias del buen viernes, el vividor en mentes remarcadas e invisibles letras de otro ratito, y cualquier hora para pedelar con la rota presencia del púbico pantalón de otro ratito gustando y fumando como para celebrar el fin de una extraña era enralentida como de fogueo, como opción de copia del tejudo puñal en tacuba, o para muscular en cánticos o descubrimientos de las brillantes puestas, o miradas con chelas y depresivos atrapados en los abogados, en las cuentas del alambre en la otra banda de necios y mugre y prisa para penetrar al nuevo borrador por escribir el silencio y el triunfo que tira de un carro frustrado realmente en peso primero, en relax de marañas para el bien que engala otros delicados incongruentes medios de comunicación más dispuestos a la salud emocional que al frame que no se gana con agarrones de pronto enchufados al realizador de imágenes y gritos y tempos de metrónomo de segundos histéricos por el aplazamiento del trago del deseo difundiendo olimareños y vinilos y meses de récords cargados de veneno y cúspides destructivas que hablan de las leyendas artistas escuchadas por cándidos cambiando salsa y varios arrullados sin querer escrupulosos sobres de zulos y tomtoyas.