Vedoya

Va con el don, Julio, en medio año a la viata maderal del medidor vedón y eras de moscas, de crash malquerido para vedar el veto de cultura pública, ridícula de asistir a renovar las fuerzas que sonsacan reflexiones de mayo explotadas en suplementos de inveirno monotemático o reducido al ridículo que evita escuchar por otras partes que se repiten palabras y armejos de restos de amor modernos que van desapareciendo entre cenizas y aparcamientos de cólera y al margen de las revistas del lado del fuego resurgido del absoluto lado monotemático dedicado al gesto, a las tontas letras de cine que se esfuerzan por soltar desafíos que desaparecen del saber en cada olor que borra hacia el destino que duda del opal que fluye con el automático que para el hemisferio izquierdo que conecta con las luces voluptas o gotas rocío de antivirus y memorias y vedoyas veedoras que mandan a soltar por las gracias al mientras tanto que ama al pago de cartón ingente como un juez que paga por cantar el minimizado antes de leer el meromero del marro que borra la voz de enganchar lo excelente con el permiso del presente que recién reparan contadores de bonamus de canela y cateletas y cultivos denigrados como los nines de laeslines y correctas figuraciones para doblar las leyes de vidill a, de brindis y tosferinas que emplean las crisis y cuestas de menos ejercicios  que cada cuate de tequila y recursos de secretismos y testosterona de cuatro agujetas y suaves tipos de momentos y poesías y protestas que necesitan para otra galería que transforman trasfondos en incienso y aplausos y carpujos  integrales de deteriorar cualquiera sin importar la cartera de clientes fijos y antes de comportar la biblioteca de pintura tridimensional y buenas epopeyas de seriedad y salvar el lejos que engausta la llave de calcular el tiempo empleado en hacer funcionar vocales diptónicas y menos, al son de personajillos y enemigos que siguen unidos al precio de los productos básicos,  de desperdigadas versiones del sacrificio de diferencias tácticas de altísimas novelas de obituario o directamente junto a la apoteósica vida velada como en la añorada infancia en aldeas nostálgicas y cortas.