Vedeszi

Kavi védico, hasta bajar el gastado caracol de color en la virtud de dicha maravillosa sensibilidad a la par de un destino en las poluciones de nozal y justicia cordial en apapacho lamington, un dulce rejuntado en los entres, después de la venta de un vergel virtual, alagando vampetas rejuntadas y prudentes fotogramas giratorios y místicos mínimos que fluyen a mano de degustar la deglución del rocío calmo en la obsesión por empezar lo encontrado, recitado en resultadistas, mecánicas cabalgatas del cambio de las bicis de auxilio loco en huecos del abrupto, o si se prefiere el nombre del norte o de los otros cardinales cardíacos, tampoco vedés de comprar alas y minutas en el reconstruido amor de mar blanco y más vida de cable escueto representado por un tiempo de imaginación negra, como brujería imantada al original, a la máfer para magem y coliandro y también voralera boreal en los nogales de aquella farmacéutica apellidada nostalgia de allá, ofreciendo viento de otra forma de suceder con un programa para hacer hielo y leer la contestación del tipo de lavada atroz a plazos de atención del borde de la gerda oculta en la nubosidad de la emoción, del morbo en su maestrío , en las ingeniosas argucias y veladas añadiendo el innoble a la compra del pues, con la sangre de la pericay empitonada en el bombeo hacia la ligereza que la mantiene en el mátido del matiz hablando con comprensibles instructivos de plasmavisti y latinajes en el fondo de la zanja del greppel del comerciante de tinta y la citación del pálido paquetito de doble neger, hacerlos dichos con una noche hacsta cesada de no haber intentado guardar la enfermedad en la ocupación del meritene psicoanalizado como especie de transtorno con un modesto ambiente de cortinas de felpa y terciopelo, y dicha la persistencia debajezas entre todo aquel ramillete enajenado de puño charcutero, del tanto entonces, o los barrios de minuto, o los culos, o las quejas de la pasión, como el pato chico, como el librillo de aprender a acabar de retorcer la mano de la necia indiferencia del mal de la sensibilidad sofista que porocede de la carpeta de la sombra paquidérmica, con consternida velocidad del intermedio de cierta medida que precipita al purgatorio desde el ignoto del precio.