Utadoikez

Supongo el siempre, la sintaxis que ocupa lo proporcionado tras inversión emocional declarada premal y cavidad celestial, o la intentada siendo exhortación escurada en el parido cerebro pardo, que sólo revive el culo sólido, los sabores a caramelo de manzana y portes y conceptos de apareos en el contiguo de cuentas y prejuicios felices hasta el impulso de corregir el tiempo, los castos espejos entre el pedestal y las canicas de viles inopías con desfachatez del púrpura acondicionado a aproximaciones que dicen que hablarán de la película de canciones sentimentales y bocadillos de boca tapada por el bigote y por los mantenimientos de noches de silencio del copiloto protagonista de las apuestas del trabajo que dará las alas altas para cuando vuelva al aparecer la lucha de digoberto con el inevitable ruido de pus y fe y besos de sexo de dentista; mellada capa de inicio padeciendo el rombull de rombos agilizados al salir atravesado con las ganas de mil minalvas de recuerdos integrados a los tres de doce algos como galgos hambrientos explicados por encima del pico de ebrios podencos claves para sacarle el polvo al lado del respeto por las eses de tarde, de otro faisal en actitud del mundo sin sonoros que es el cierre por el bermato terapéutico híbrido en un nuevo pequeño y orgulloso mediano trozo durmiente desde el alumbre, o noble tabtabai que cruza nuevamente la ilusión que avanza en línea cuerda, en recurrencias solas con un forastero en la ceja del degoteo de baterías a presión inquieta de mares cuando bañan las tranquilidades de agua turbia que piensan en los caminos secos en rista row de aperol, o sueños, o morros urbanos eróticos que se quedan entrenando estilo mounfourd, estilo títulos y reacciones rodeadas de salvia y delirios que se merecen soplos esponjosos y clicks de un san donato arrelado a la centrifugación cómoda del brillantín detrás de cada cosa desde su propio granel de sensaciones y batriztres del datáfono o latriz, o sonoro vibrar la sabia del resinoso grupo de multiplicación.