Este pique temprano de cien metros que sale en este relato con patines en dos yemas como maquillada en vaselina la matina retemprano Señor Uri Betteredge, pinturrajeada y convidada con un café con leche descafeinado y con unas cucharadas de chocolate caliente, como una bomba de chocolate, como "migajita" Littbarsky, no sé si se escribé así, pero salío por el tunél que vuela y vuela y volamos y volamos y nos convertimos en fresas con nata y él escrito permanece fermentado en 50 filetes de alas disecadas de cereales que salen peinando en la media luna de entrada al recuerdo inventado y mezclado con el poco nivel de quién la escribe, en este caso él que trae la tarta Sacher y esta carta para compartir entre las muecas, este mensaje gratinado con el lejano oeste de la vanidad, esta media pincelada de guayabas para apreciar y agradecer el instante retemtrano Betteredge y a la companía Endesa y a Pakistán por este suministro que me da esta oportunidad con los palos de esquí por un ...