El rosquinense esperaba dos racimos amontonados de matices de culturas imaginativas, otro que, la nutella fundida entre sus dedos que hablaban por sí solos, y sus masas que se creían las chulas por estar hechas de huevo y harina, y sus supremos contrapuntos con sabor a galleta recién cocinada con una thermomix sin miedos y por el momento sin un aumento de sueldo claro por las ansias acumuladas entre deseos y susurros de volver al mundo venus. Aunque la vida no sea como el mundo venus hay que imaginar. No hay hora, ni una solange a tu lado dirigiendo la festividad del 10 de mayo ni impulsos discontinuos, ni las puras trascendencias de comportamiento social, ni las marcas personalizadas de la exactitud y perfección del poder, del hecho, de los detalles ideales de la purificación y limpieza.
Ahora mismo nada es un referente. Estamos delante de el último momento, los últimos recuerdos y risas en las necedades de la situación aberrante por la incultura del destino, del futuro, del saber protegido por todo aquello que algun dia me perteneció.
Ahora mismo nada es un referente. Estamos delante de el último momento, los últimos recuerdos y risas en las necedades de la situación aberrante por la incultura del destino, del futuro, del saber protegido por todo aquello que algun dia me perteneció.
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