
La tienda sueca arrastraba el hasta pronto de los visitantes con bandejas y paquetes envueltos de pasta algar rellena de albondiguillas de mujeres embarazadas con el abrefacil de las papas chips y otros complementos del hogar de ikeus, sin zona de lactancia ni silbidos de los móviles que a veces parecen voces de celulares perdidos entre los juguetes y cañas de chocolate, y cremas cremadas, desnatadas, con azúcar, o con una pizquita de sal, canela, y las imágenes de Rankin que no se bajan nunca, y la impaciencia del que dices, y la falta de asco de la compra de parte del otro, de los burdeles del domingo, o del chandal usado para los slips que no se cargan de adrenalina para juguetear con los sobrecitos verdes de telefónica.
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