
El desenfreno de la prueba de voz agudiza con la grandaria del chupete sin mostrar las medias apretadas, ni sus exquisidas lorzas en forma de dulce de leche con sabor a cafelete, y una vista previa al futuro del atun que tun, sacatun que pen que sumum que tun, de la tuneira, de rianxeira, del dial 23 y más, de cada montante y de cada invitación en la escuderia de los espíritus mansos que buscan el colofón y el colocón de la vida, de un pasado incompleto que se larga cada vez más rápido y se lo lleva todo por delante sin mirar, sin insultos de sabotaje ni los programas basura de Antena 3 que concluyen con un beso y un abrazo a la falsedad del mundo en una esquina obsoleta, ardiente, que recala en los jubilados y en la mayoria de consultas a otros destinos varios y asquerosos del sofocón sin ideas innecesarias de repeticiones, sin sentidos ni puntos importantes, ni talleres de poesia en los Steaks Hoagies para que ellas vuelven a la caza para imaginarse un monstruoso atun que tun y devolver a la cara del prójimo.
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