
Gyll gogr cotótex a la hora del comerus con chocopina y musiquillas del paso lento del devenir y curar los desastres con vino sous y pedus fortis que se guardan en cajitas de olor a cadáver y risas falsas contenidas, picotes, tostotes, palotes, seis cinco nueve, cuatro dos dos dos, más algunos que otros que miran escupideras y tiran y escupen y se cagan en la imagen de la vez más apagada sin valor ni besos desplomados de almas y cortenzas impuras y relámpagos aplaudiendo la lluvia fácil de cada exactamente condenada eternamente y otros trozos de plástico, pies divididos por tres, trazos, muertes eternas de lentitud y abstracción de homenajes y presentaciones del silencio de cárdenas e isis furiosa, antagónica del más, del dedillo vibrador, de cada cosota, de cada intento de ira, de tres puntos suspensivos de más, de lo que se guarda y en realidad se pierde en el postedit del cine y no, no... de los años barceloneses de puerta cerrada, antibroyectos, zozobros, debates por recorrer y textos aprobados según razonamientos endebles de redadas y monstruos, entre otros estropicios y montecristos cubanos en cualquier récord de preservativos y lloronas anales a sus espaldas de oso y locas lentejuelas, amores precipitados, carreras sin meta, prendas de satín, eucaristías y euforias de antunes cegadas de cesareas y tés sides con manteca de miel dulcinea y erups mujeriegos.
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