Al menos todavía incluso algo más aparición y posterior desenlace lurido frocetto de cuentas de camas plásticamente en ofrecer celos y saques, piques recientemente por la cólera calva, mínima de inserción y ayudas de catorce piratas sólo para quedar bien y luego tirar toda la mierda por la culata disparando polillas y esperas de diazepanes e intemperies por mejor respuesta sin serlo, más previsible odiere; que no cunda el pasado que ofrece puestas de largo y sigue la ansiedad como el caos de perder larga duración y no asumir la soledad del puto cáncer a cuatro ruedas y correas de cuero, bombachas soñadas pujando por cada adolescente de ensueño que no llega a follar lo adulto de cada esperanza desesperada, de cada enfermedad mental que convierte la ansiedad en empleadas preguntas extras, empapeladas en papeletas y ciencias falsas, incordios laborales yendo y viniendo de anticipar rápidamente preocupaciones y chupetes de cada consolador urinario, de cada excelente oncólogo decoroso y amigable que mira por el bien de todos y se conoce el difícil pensar de la trascendencia y las migajas con potage lógico sin noches de domingo y promesas vergonzosas que aguardan carísimos secretos del quedar bien y no querer besar el virus devuelto, y tetos con esta misma lógica de final de vida, de la luz del virus mutante en hospitales y bronquitis excomulgadas por abortos y bolas chinas, testículos de testosterona satinados con el number uno y vista previa al azar de cada amargura, de cada pérdida, de cada segundo, de cada infancia, de cada mindundi atravesado, de cada virundela que moca Jota Erre Vidal, cada erre que jota que Q que doble uve que triple de queso, que sesos con tripas, que cadáveres, tanatopráxias mortuorias, chupetes, mindundis y anécdotas sorañoasas, cuyas vélices del mal del que todavía falta contar un pueu y dejar de escribir algo sobre el chimichurri con pasas y almendras de botones.
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