
Y donde aparecen los cuandos, las puertas nodales tatá y tiendas normales y ratas y bichos con cuatro penes y pitones de pus y poca cosa significativa, muy poca de esa hora y de novelas novatas, tascones y botavantes enfundadas en lo profundo de las ocurrencias salinas, dichas, tristes, enamoradas de la nada o de alguna repetición, lembrança, pastilla azul, bombacha de los noventa, de cuando todo era distinto al yo, cuando todo aparecía y desaparecía, los sueños lo eran, vivía, me besaba los testículos, me chupaba la ratonera del donde y cuando, del doko itsu del porqué, me masticaba entero empezando por la verga y acabando por su bombacha de chiclé, de los sueños que volaron en décadas de posibilidades, en los noventa días en ochenta y nueve vueltas en rondos, en camas de agua y décadas enteras, nodos eso que, quizá peor bastaría lo bastardo para decirlo por hoy, por los años noventa, por los nueve menores de aquella preciosidad alcanzada de intereses materiales que se revive a otros niveles altísimos, profundos, sexuales en veinticinco demi tasse a la espalda estrecha, significa fría y orchatera frente al horror bífido, chile negro, Adaaaam, el suplicio de correr a la cama y quejarse y hacerse una paja y donde y cuando hacer un saquito de coca húmeda, bífida, repetitiva más de lo normal, de lo sano, de lo experto de lo bífido en vano, de lo absurdo que no se salve para impulsar.
Comentarios