Alquibla

Menstruando las nuevas, fijas y más correspondientes al botiente en vez de vogar en el vientre de discursos con respecto al interior de la cocina del bar que pierde el tir nanog, en el trance de los seres rebeldes sobre la puerta del igual discurso del falopio hernán, de alquiblas melilas que ubican imprudencias esperadas hasta el trance de inumeas inundadas de etapas malas que transeúntan entre mantequillas y más perfumes recorridos entre las definitivas y tímidas pulpas de naranja en la curiosidad de topar con la peregrinación de los espacios de alboradas y colmos de noche, o de ríos de lozanía y cuerpos de amantes volátiles en conjunto que fuerzan la compañía mojada del muy buenas y del pasando del dormir con la hinchable compañera de habitáculo y fufú, armónica, yo con yo, o con la pared o la tarta, o la ida, o la dominga para desear con la vuelta del taxi dos que toca la tirada elástica hasta la otra tarta de trequedad de albóndigas y guerreras mordaces al centro del capricho incomprensible como la piel del sexo sin amor presentando síntomas de otras presidencias abiertas como las obesas que codician otro mar de sorpresivas mayas comunes que leen desbordadas el otro tinglado más de arropar el embólato o la bulería del entorno que traza las almohadas de pluma y determinadas pajas entre táctiles dedos de mujer para sensibilizar el clítoris masculino y mientras cantar con tácitas de cedrus blanco el nuevo himno al acariciado suspiro de sospecha y solución incluida al vivido silencio de la cuchilla que más hace de guillotina sin amar el sexar con la desconocida desmedida sin tiempo debajo la imagen de las llamadas de la nueva invitada anfitriona que acecha el culo para oler el posar de la cadenciosa y oblícua melódica caleña fluyendo en medio de lo descrito como más de estas candorosas trampas de desterrar el sentido de todo lo que no se puede controlar con la peste blanca del eterno medio ciclo de instantes y ráfagas de lágrimas que no duran en medio del tal vez medio derramado por cada luto de sogas misivas sin las aletas alentadoras de mirar la atrevida parte del almendro.