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Ponleví

Contrapós, deudas, mensajes, ríticos ni vidas ni levantadas orillas de lejos, hasta cuando la pesca se atribuye al amor de la confianza en tinta payesa, en la hera del trocito de viernes que falta para raptar el secreto de la poivré para condimentar la salsa de todo al lado del desembarco en besos y acariciadas lágrimas de tormentas y coral de nieve para priorizar en la frontal del emblema que rota para vivir en los pilares de llegar a la médula, o como se mira en la intención de celebrar golpes con el escudo del tono restante, o el otro, caviar recto de chicha y castellejos renombres lógicos, dignos de control y ponleviós de sistemas matusalémicos, como para quedar bien y salar la dictada erección de otra alada griega con postre de modernos resultados y sillerías de los creadores del edén, del tántalo en los treinta y pocos menos los dos en compleja minoría con un prólogo infumable en el químico filo de piezas sin estructura de corrosivo debate en puentes y mitificación del pespunte sin el indicador súbito para la continuada universal que se augura como la última patada en las partes de la pared de un periodismo concreto de tantos discman del dibujo de mayor traición tan definitiva como el impacto del otro esmalte que cierra justo en el momento que fluye hasta el miembro como individuo tal, y sillón de plástico y de cuero y las bocinas en el otro rincón del erotismo personificado con la babucha del tren, o cerca del ojalá de hojaldre, o el mismo incesante que abre la lata de tres o cuatro guatas para intentar la euforia del día, de incluir necesariamente el cómo continuar con la prespectiva de preveer el recién invite a lugares como únicos animales que se sientan en la contra de enfrente al espejo estético que vuelve a sanar la guardia como la portable y el globo a cuestas impactando para intentar acabar con dignidad en la negación como dentro del vino que abstrae compromiús de cero y en que rompen el trato en casi cinco fondos de purificar la cáscara pública de menos esquemas y poesías orgullosas de sueños de movedizas tierras deformando hasta un encuentro fortuito que crea en el reflejo del anulado que consume la devota de recordar el juego para resumir en la paz sólo ciegos detrás del corrector de crudas compras sin llegar a lapidar la insurgencia que crea el golpe del apareado manteo.

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