Psitten

Distancia denominada conguencia de goddard en los ideales de formas que se crean hoy por hoy con pretender lo que no importa y pisar los torpes antes de buscar pedazos de tránsito de caparazón de tipo de belugas hacia lo ilusorio que desliza esa añoranza de las actitudes focalizadas al prepoteo contra la forma fundada en posibilidades de escamar pilas y mezclar cordones como guardametas y malventurados entendidos con gasolina de psitten que no tira para recubrir el puesto, las libertades del escuincle aparte del mamerto omo esquina del primer escalón de la burbuja del transcripto contra el entregado a las hornallas de la pulsión de la anestesia padaleada con la materia de abarcar extraños fundamentos de impensamientos estampados con lo agradable y constante que esconde la esencia de la revolución en la ikebana de pensar en nada a la vez que el costumbrismo de llegar con una autocoraza de necesitar las tetas como tiempo de viaje, como si la nada hiciera mención de agotar, y vivir la cascada, los opresores del presente, del ya que empezará a recoger frutos de cada exito para nada callado del detrás, distante, a base de tanta tinta pensando en el desmayo final, en los yones de cabezas y formas empedernidas atascando el ritmo de la saliva contenida solamente para endulzar el dolor, y los furiosos frutos de trece tocólogos que quieren amar sabiendo de vidas y algunos cambios para el miedo al ridículo, a dejar el deseo con el mejor esclavo y la exactitud militar del calzón en caliente y con olor a recién chow chow, o el puesto de tranquilidad, de dos esperas sin heridas de una rotrunda soltería a la cuadra, sin etiquetar los jauríos y las filaturas que etiquetan otra estrecha tarde de sofá y mete manos en cada unión de poseer inmutables fantasías eróticas con quien sea, o con el sostén de su sangre que todavía no claudica por claude, claudia, la belle, donde solo el sol apartará la braga para meter la lengua en medio de algo de risa y turnos de droïd en los anillos preparados para repostar los juguetes y fríos y paellas para volver a ser el último jueves a parar las lagunas de las flandas o velas o resfriados amortajados con la faz de relajo.