Hvoppnir

Colfando mundos, teclas del voy, copias pegadizas al flash, al acto que permanece en cada parpadeo básico que no intenta entender el tocar con miradas conocidas y verdades y críticas y esperas en cada intento de golpe de estado particular como anestesiada hoguera de cobardes copadas de aquel eventual transtorno perecedero para perder las ojeras circunstanciales de empezar el juego contra el cojín pensando en ganar clavando el facesit a la mirada de piedra penetrando en los vestigios de historias de juegos y capataces acreditadas como pijas impuestas por la paz de recrear la polvera de caprichos por no respirar hasta el negocio de adivinar la química del deseo en vez de los elásticos translúcidos que no pretenden ser espectáculo de malhumor por el sueldo alegre, nervioso, para empezar con la nochevieja y tantas otras hechas de serie, pasito a pasito y pasto y tangueras de intuir rasguños de chamana, directa contra el propio historial del malestar lejos del sentimiento de amor hacia algo que no se sabe si existirá o cuando saldrá a la luz que brota la imposibilidad del descenso alineada a la gesta sucia, sin inquietudes de crecer o menguar los neumàticos, o las mayéuticas, o felaciones reacias, por detrás de lo esencial, de las paradas de flujos que no refluyen, que no dan a ningún lado pletórico, adyacente a cualquier curva sin pus ni látex ni cava sin totalidad como trabajada, en sentido de entender en tierno aprendiz enfermado con orín de caminos y setas y oriones de esnobismos con velas o menos parafina, o ocho a dieciséis revisiones ordinarias para apalabrar la inclinación de las formas de huella o manicebes de escenas de parche sin infectar siempre el vuelo en borbuño de fletas fáciles que no abandonan la mente antropológica en mitayuke de las partes que encarcelan la imporetancia de los chances para la perfecta amargura del triunfo que no se contrata para la apasionada compañía de enmarcar el talento hacia el tiempo de los celos alimentados por los viernes vegetales sin propósitos de mano a lamo y alargadas cheslongs sin toro cómico ni grúas limpiando un paso, una vida por hablar, con la más alta existencia de verdaderos dependes conscientes, aguados, de la bruja de agua vieja.