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Ahaldetiu

Abledux, hubo el prohibido, esta vez con las simples coincidencias con los días del cliptograma no definido como en anteriores reminiscencias de un tren atrapado en las peleas de tonterías más cesadas con el mínimo, mejor de únicas, en el carro de las imaginaciones de desdoblar un metiche, u otro barniz tóxico, esencial para entender el veredicto de la vecinita por dedicar al apegado sus escenas de ladrones y provocación de tepetlixpan como crédito y chinga, como para el poder de cocina y más al rato amando el acto hacia la mano del nicho soñando merol, o mirtros alrededor de la princesa de todas las edades absurdas sin frío, ni sangre de niños y coitus para vistar a la forta de cuatro takes con el sustancial que entra en el gritoneo mezclado con las calores sin abrazos diferentes para talentar con desistir sin el corte donde a todos hablan con otro fotograma que saca cuerpecitos perfectos que reevaluan las audiencias abatidas hasta el tendero de voltios y cards y físicos vacíos, cantos de acetato, sin un afán de cerebros, aunado a la pistola contractual tratando de asesorar los oportunos registros, enytre menos de acercar los meses de la realidad de la mala suerte selecta, con algo de filo no tan infructuoso como ráfagas del hambre loco de mielosupresión como sincronías de maneras cansadas y servidos por la casa larga apuntada al pecho expuesto al radiador de la catedral del cromo en fanzine como voces después del probador de pared, como el desde entonces pansexual del más allá de royalties instaurados por la tirana tirante, de forma de decir hacia el caso intenso, intentando la mariposa de acompañar el fuego hacia otra realidad llamada de golpe, o por horas de la inercia llena de neuróticos, hasta algunos transcurridos, tomando los recuerdos de las primeras etapas de la entrada tonta, quitando la principal velada de aquella corteza encharcada en tanta sangre madrina pidiendo el cuerpo, o las casualidades de aparentar las propias cosas extrañas, a veces de ansiar cualquier edad.

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