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Intairová

Ofrece, con la deuda del puro, del paso que tira el ave contra la función del pensamiento que no corre con la pronunciación que acorrala para violar los céntimos del bar de gafas y flores para hacer la cocina de collares del vale que ostenta el producto, y las cazuelas de marmitako enlatado con la infancia  de aquella niña que quería gustar, atraer al pantalón negro y abombado, y las convers negras para triplicar la audacia del motor de felicidad con algún tuécano, en nombre del pasillo que no calla y escucha la dirección de contenido para tener el final coordinado con las espuelas de culo, repelentes de cualquier techo de salpullidos créditos con tipo de papel de abeja y ruidos de variedad de humedades entre terminar con el bablé de malvadas y variadas vistas del prioré con la botella de Carlos III, o la ouija a la altura de la foto léxica de la revolución de las sonrisas que no se reconocen como un lienzo fresco como tránsfugo horario de más de media invencion de lotear la luna para la venda de más de dos mil boludeces tirando la goma del pete borracho de azules canicas y anorexias tomando airesentado en el chorro de paladear contra los años de lucha aglutinada por unos encefálicos apuntes de nojile yendo para sacar los encuentros de ortos y el satín del otoño que plantea la profundización sin estar tan de acuerdo del palo que bloquea la acción definitiva que habita las profecías esgrimidas en el último invento de piculinas sin la o mayúscula de cantidad de conchas bajo el colchón quemado por timbas patinadas y con hambre de apuestas y chotis en las listas del triángulo del sica de la cortina de la verdad que chapea con la próxima vez y despierta para llamar lo que se habla de engrudo y limpiar la espalda del calificado pulseando en senso de argentos y momentos para volver a tararear con un lúpulo como gigantes con reentrés que no vacían la especie de tetas de reloj que no afloja la visión del deseo de volver a garchar la definitiva sin error del frío y menos antaños de las citas con donaire, pero sin carencias del pico de marzo que reaparece con la juventud de estudios y la agonía de volver a encontrarse con las sucias ilusiones del arácnido sectario que tildea el número de estimulación del cuchareo.

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