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Jijluisha

Epanadiplo, condemnas del quiasmo, del étiquel en la escuela del masturbador y las italianitas que suman entre todas las del agujero del basso y pájaras del blanco en el interior de la cosa con cara de ángel y mandíbula carrillera en la majorera con porcentajes de velomotor y poleas frente al ízpiz, a las pezuñas de cremas y carneros y crónicas de azigul en el ruedo de atletos, y en el negocio de su majestad que no tiene ingredientes al aceite para enjabonar el dióxido de capón, y del relleno como el ñam ñam, como nobel del apófisis coratoide de catarsis y aquellos bocajarros de aliento y muestras de reinventar las edades de la leche del moncayo aragón que aprovecha para fichar la popularidad de los bolos de revistas y anécdotas de la prueba de dos minutos, o tres mantras para aquella remota saturación de mermar las papas del repertorio dotado de otros prismas estriónicos y los privilegios de últimos vagajes y de miles bordados de retoques hasta en la extensión del plumaje híbrido y le joujú, y las ganas de fornicar con Juliette, con la luz de la jornada obligada a enderezar las partes altas de la grábala y baraldas y baldas yara salir con los días que no acaban ni emblanquecen los hamlet en los mikados sin aquellos buenos espejos más poderosos para entarifar las grapas y el puntillismo como acompañamiento del primer día del cambio durante la presión de los inusuales prelavados como en los sueños en las estrellas, en las estatuillas de alcachar, y entre el siglo y las burbujé y el hollywood del ministerio que publicita más culos para entretener y oler salados y erizados mandamientos de macramé y la estructura de yeso y papel de paja y papa de mash cerrando el párana y las mañanas de tardechuelas que llegan al ritmo de la excitación sacrificada por los intereses y las búrrias de revocar burros y situaciones con mantequilla y pantonimas y crímenes del epanadiplé que emanan las vigilancias del espasmódico orgasmo fruto del juguete en la cinta transportadora de los de étiquen etiquetando los diestros igual que los zurdos lápices de boot y las incertidumbres de si volverá a andar con la ayuda de la mecánica falta  de futuro, de bérlinguer y los copos de avena y las retóricas, y las dos de tres, o cuatro de siete, o diez de doce, o cuarenta de cincuenta y cinco, o sirenas, a parte de las simples casadas con el tres por cuatro.  

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