Visión de la última exquisitez del fallo, de la filia, de la paradoja que disimula un gemido, un eructo, un nunca más de jaula, de expresión de poder para plasmar el taller de tres, de fieros sólidos y chamcham del dolor del disimulado cabreo de las asas del reloj con cuerdecillas y carbono cáustico para delegar la sosa a las formas de pompa y a cuatro acciones convertidas en silencios del pintor, en mudregas y alientos y horas muertas para retomar en el arenal la reforma y las musas y los lápices de colorines que se mueven comocorriendo y danzando sobre los musgos de líos y papeleras y sacacorchos y duchas en cada ubicación del cuarto de telelé sin párrafos ni café oscureciendo las decisiones sencillas que rebosan la parada de arcillas, y las palmas para guantes de guiso y manchas en el papel de fumar negretes arrinconados al pensamiento de pena, de objeto y seda; y el satín mirando, a la espera de otra corrida de besos de mariposa y escamas y sakanas y cerezos y los mirtos en jóvenes pajarerías comparando mochis y niguiris para salpicarla obesión por llenar de leche y pan bragas y olores y rejas entrelazando fobias y más contrapicados que realzan el sinfín de formas y caballeros y sugerimientos del día y las amargadas trémulas de otro soborno para no pagar la inquisición de adquirirla a precio de modosita templaria, del cable de exhibir las letras del futuro y cada hipoteca cansada del pico, de la excepción del masticado hombrío sin sombrero, ni las opciones para tragar el final del escrito en las eficacias y los objetos de deseo en el quilo de años y trozos de bazo y dados en la maplensa de las diferencias de edad y cortijos y bocetos de cosos y pitbulls comiendole la imaginación al patter con los cráyons de olor y color infatigable, no más para reescribir efectividades de algunas referencias para grapar en los cojos currículums.
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