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Brúdrurs

Enriba, cautivo sin pequeñas carícias mudas que perder al contar susurros apasionados, hacia el rato adrede cargado de fagocitos preguntando la hora, o la medianoche que trata de no generar egoismos lejanos, de piedra, como si la carrera tratara de apresurar el plazo dadoro, el púspido compañero del distinto problema que sobrepone el irrepetible torbellino que era la tierra, la kíbula en tábula de jamones y tabloides después de significar el distraído desplegable en cajas del brazo que corteja el contraluz del silueteado co-generador del si no fuera de papel, solamente bala, y distancias de un poema en prosa de Lavat exigiendo el olor de satín sin las condiciones básicas de un crear otra metodología de entender las muertes y evolución del acto sublime, del roto atoro que se compara con repasar y corregir la cardíaca en este caso, la ganerosidad veloz del agotado arte, otro molde, otra coma sintética, con una extraña apariencia rubia, sin musicalidad del sichelle de pus, en donde se suelta la veintena de easypacks como palanca en la humedad del doblado, en la torné de tourist inigualable para los días de calefón y erratas de trascielo en el muslo de la nina que habla con el cuentagotas en el riego que huele a pelaje podrido que canta en cada pregunta que se come con otra especie de panini y el ají de las sirenas arcaicas de especies fuertes de trenes y mitos del cájulo de comida para el horario que quema el olor de repetidos defectos en la frivalidad de la herencia del monsuá, tantas tres veces jose y diferentes alumnos y conversas y tetas sin poder apaciguar, con gafetas y adornos cutres y colores dorumec, los bajos de enganche de un mundo de solistas bajo el dolor movido de alguna estringencia de un nuevo sábado de caprichos e historias de mánagers, sinó los números del pie derecho reventado, que toma la tecla del euro por las picadas bañadas en esquelas hacia el bastaría del por sí de las canciones sueltas del oreja a oreja, a caldo, sacudiendo la base del brúdurs harinado, a punto d erebozar y pasar por la piedra de una luz rígida para incluso otra pujanza del mismo pedo que el olor a jóvenes vaginas de intención al frasco lleno de rojo volviendo a la definición del último viernes ya sin ultimátum para encarar el aviso de la nueva killer para el portaligas novísimo.

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