Posado sursum

Sursé, la mano hechada en el helo, en la madriguera de mandarinas y secreciones del temperano ganador del terremoto ciáganle con dos indomables lujazos para el cuerpo, para la tatín de melanzane que cae por la falta de bipo u hasta el léanse de ayer por la tarde a última hora de las siete y doce d eun aroximado retorno al aeropuerto en el que se inició el desnudo y distinto intento de comunicar la corporación del hueco de la antesala justo para sobrevivir en la cuesta que ha quedado otra vez en la cartera de rastras y corrientes de maneras de penetrar al yermo, al posado de la ilusa de vericuetos en cueros de barruntes y pacojos desde los cuatro bostezos de las atajadas que aparentan hincar algo al turdo, al sueño que recoje por el centro al guardián del orígen de unos segundos complicados, como noches reinventadas para fornicar en cada milímetro del intento de esquina por otra noche sin aceptada habitación seca que recuerda a un prado de maestros que peinan el deprisa de la realidad al par, al internacional regalo fantraseado por los existentes tratados a la razón de desaparecer con un papel menor sin la cierta tontera de cortar el uso de husas del agrado de ese quiero de galeristas y dudas gitanas como identificación de ese cauce fuera del inolvidable comienzo del dormir de por vida con edades y troncos y sexos comentados con el pacífico autor, autobiográficos del ejemplo de arranque de miles de momentos que no llegan abiertos como el puro aliento del arco iris, del intento del balance de cada dosis de risitas de topos verdes mejores que el típico pintasoles de garfios y dos para ellos de nada próximo, disciplinado como el que macera el videotape de la información que retrasa el embargo del acorde, de la lágrima de confunciones delicadas de indiferencia de la etapa cansina del bizarre frente al creer en el hoy, solamente en el orgullo de focalizar los pasos hacia el lago de pelatas y neusters a ironizar para la baldosa que cae del reflejo y se lleva el nuevo aura hacia la área de la glotonería de toneladas de tacto manteca, en vez del rencor que explican a las zambullidas paradas calientes de óperas y cocos fumando y calentando fideos en el inclinado cancro, en la agonía del ejemplo visto y no visto por la estufa de montañas basura a contramano, al café para maldonados ricos que creen en atrapar la posición del coito que quitaría años de la primera composición volcánica de unas 44 piernas del gorjeo del urde que se comunica con los despueses de quemar la saciada manga del vestido crístobo.