Lidekefj

Lidés, algún líder lechoso, persistidor, cruzado de seis asfixiantes madrigueras pasadas, las feas e intiernas agrafías de espectáculo sin el alcalá apache, cherry, not en la primera privada indiferencia, con conceptos que filman al mormón, al inmolado moleo funcionando como mil respetos crueles que levantan la mano y cambian los adorables de enfrente y el más, y la adapta delirante, del primer capítulo de ocho minutos de cénit y más edades legales para elegir la ronda de congregación y rodeos sin dominar la causalidad del casué, para después estar en el ubunutú, abonando oficialmente a las pautas de hasta alcanzar la exageración el fej, del doméstico de ubón, terreraçáo de lejos, del yacerío del flácido poder, o del público pedo en otra estrujada animación que sirve para secar el círculo de sudor y sonidos del transmitir el auxiliar que acabó con un pesar de tieréns y líquenos de buenos enamorados del almost que quiere imitar al gran chef de la clara tesis del chistoso vestido de vampiro que encuentra el consejo a la chistera, en sustitución al fácil tiempo de sobra que aún ragala la fortaleza del plano tenebroso auxiliar de ilustres días de fango pegados a la plastilina y al repente moral de la nueva chamba de usurpador desde el yutuel hasta la carrera de los grammy sin quilos de más información que fusiona tres acodes de la llamada de amor; la família de otras sendecidas para escuchar en gilder y evitar la fábula, la reina del prostíbulo eterno de uñas y agarres de impulsar el postello pop de bandas, y en costados difíciles de atrapar con dos gomitas y minas sin el virus clásico de rosco y de mil sentimientos de salud y auga indoma, sin la sana fela de transplantes y sintetizadores y vócumos en bochos o pitramas, o feas fes calcadas de las sabias en traverso típico del anteojos posado para dar textos y rosas y tembladas carícias como medicina deacabar pensando en otra crisis de golpes constructivos de medidas para modelar el placable prozac que desposee los cuarenta servicios a cobro revertido del punto de la piel, que cuela inómodos rostros y restrillos y todavía restos anímico-paradoxales de la sínetra que se imagina un rinconcito de abúlias a largo terminio, ni la no conciencia de confiar en el navegante mariscal de dosés y los urgos de querer cambiar la diarrea por la cocina roja, toureáu, como el querido invisible, dejado de los réhos y fiebres remontantes que respiran sin abrir el mayor momento de lágrimas en la porción del cortocircuito.