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Patrañas, mesías, apio pulcro or hiesk fijado en oro, en la pájara mental del biciclo sin coste alguno en el légamo del largo aliento, o la silueta del súculo, del mate diestro, difuso, sin patas ni los ácidos que corrumpen la tinta roja de la menstruación a la mesa de café y posos de postres casi del siete, o del cinco, o del fiero negro ue besa el diente del orto, del doble de ases, del órgano compenetrado con los quilómetros de apenas, de apocos rozando hipotéticas balsas de untuosas distancias que cogen en el famón de crisófogos y menos sesteos y seserones en el serrón del piano verde, desnudo, u otro clase con menos apoyatura de críticas y líneas que intentan recuperar los manchegos nahueles de canículas y hojuelas de miel al uso que hace cortina de flores y recortes de los ochenta como varios artistas que retienen la cuenta al revés de la censura surrealista que se cae con el olor de predicados y pericayes vestidas en la lejanía del cascabel de la poca idea que duele entre matutes y arrobas míticas en regresiva corriente de zafar el fin de los días manchados de caprese y múltiple de diazepan u de las más acarameladas sensaciones de ruleta rusa que pasan por la ventana como tiros de moto, demotor sin riendas ni estribos para usurpar la culpa de las identidades y los movimientos a tárraco como excusa del viento y del miedo de no resurgir hasta en los ceniceros entre polvos y secretos ocultos y las educadas disciplinas que han caducado y ya no habrá forma ni trato de volver a oler jamás otro cheescake servido por la maga de la cocina, por la mejor metré, ya seguramente adueñada por otro tocador de musas, por el zar con los cascos rotos, con la xenofóbia de cuatro ruedas de diferentes pulgadas de meadas y miedos sin el agradecimiento del aprendizaje de brujerías y podredumbres del extraño mecanismo de salidas sin llaveros que tienen algunas serpientes para volar y desaparecer al galope para no unirse con inválidos secretarios de la unión sin el ciclorama de botones azulados para cambiarlos por el neón rojo de juergas y pizzas y calzones barbacué y más nubes de ferias rosas y mantas con el maleficio de la última xana.