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Vencrisay

Vencrisé, presentes extremos, o bien culturas o algas de manzanal reforestado con la exigencia del primer nombre escalado con casi letras de estética inspiradora, o lo que surja, en el momento del mirar por arriba de la fe para acompasar las distintas cosas con sueño y locomoción rota en medio de la marcha en el tildeo adelantado al acontecimiento principal ansiando aventuras y miles de décadas de amantes hasta que no se presente la extraña felina sin previo morbo de conocer las intenciones de las ruedas hacia la ley del roce ya concentrado en odios y recelos enfermos que pasan por el avión y por el dictador que aproximadamente les separarán unos cincuenta días laborables para volver a reírse del infinito pálido por los acuñados mareos del efecto hacer recibir, o redoblar sin los efectos deseados para los clientes que ya no volverán a comer con el cunilingus en la misma mesa que las mentiras de mantecol y mantenimientos del culpable adinerado, o del mezcal, el favorito dulce de luz para el turno de la constelación de interior llena de orgullo y vida que ver con cada dos sentidos, sobre el abono cargado de comas y cristos redentores de san río violento como una voz llena de fracturas y lejanías junto al tejano viejo y domando mamaderas para volver a oler el satín, la satírica risa que acompañará el karma, las oposiciones actualizadas del mero perdido por cualquier parte hipotética sin léxico ni lobos robando el periodismo del dedal anónimo que no supera los infiernos que amplían las reacciones químicas del menú de espidifén y dolor gutural del éxito inútil del espacio despreciado por un triste sur incierto, ácido, grabado, repetido, bebiendo del olor a eterna sirena de cuento crítico con un par de pensamientos que perturban la bondad de la vergüenza con un eco bajo las fantásticas faldas a favor de la fachada que visita arrancando estupro y pulso con la distancia comercial de otra masturbación que vende venas abiertas en salvajes salsas de sangre y chipotle de fuego parecido a la mostaza de chocolate y pil pil y los precisos fines para infinitos sudores de sexo y leve coqueteo con el vacío artificial.

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