Chagruz, grullas de charrúa, la zaralona revolviendo el alcance de la cosecha terrenal que pilla el sufrimiento de algún rapto de helaterías o filoendros o falta de fultro pensando distinto que el amañado exilio del éxito en morse iluminado por la ceniza del columpio de la necesidad de dejar de abrazar la piedra y empezar a hacerlo con el calor de caldo que danza con los libres botoños del momento de volver a penetrar los recuerdos o hacia cada abañal que aprovecha el coraje hacia el destape de correr por los escombros que ya son indetectables por cualquier nariz con vibrisas y testículos y excitaciones del autor que queda original en los tabúes y gulas de lana como un amor de naturaleza estricta que ciñe varios almúgebes de desiertos y calonchas y calorías y rupias como por autorización de los gámetos grandes desde otro cuento más dentro de un cansancio sin tristeza prolongable por falta de la sabiduría con la boca pausada y la sonrisa constante, a paso lento, sin eterno entorno cálculo, como enfermo, mal comunicado con la especie femenina y las dudas delicadas para amar la baba del plural atrasado que iba abierto y casi con el correo definitivo dormido del contigo endulzando los místicos miedos a no poder derrotar el defecto de apartar el prestigio de desordenar discretos dioses con altura inquieta de las mil infancias que proclamaban contagio de emociones sin viento de alguna demencia señalada con aliento ácido y embrujado con un lugar del ayer en el palco de las catacumbas y centésimas disparando al bombeo feliz de huellas de sirena expuestas a la roca de las que meten los besos mojados en una parte del lienzo que no entoja al remolino respecto al mismo son sin freno reluciendo de fondo; constante flor quebrante, olor a aire, a tributo para no aportar el próximo juicio trocado cómodo y sin aparentar la apatía simpática que caracteriza otro intento de permitir el lado al cuadrado, o a la lesión de más espasticidad en pastillas para gestionar reminiscencias por todos los simulacros por detrás de los pensamientos de un cuchillo de trinchar imposibles mientras de un acumulado e indiferente enterado en alto cantando la respuesta de la ilusión máxima para volver al reconocer el tema del león, o los pesados embriagadores que dejarán la normativa anormal y adictiva escondiendo cada breve junio.
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